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sábado, 30 de abril de 2011

Ceguera

Con la lluvia sobre los rostros  nos encontramos frente a frente,  él  y  yo de nuevo, con nuestros ejércitos en filas intactas y el campo despejado. Bastaba un solo indicio mío para el inicio de la batalla. Nadie quería dar paso en falso. La suerte  ya había decidido  que era yo quien diera comienzo a ese enfrentamiento y bastaba que el  destino de su veredicto para saber quien saldría airoso. Mi mente estaba concentrada  a pesar de la sed de victoria que por momentos me enceguecía, y di la orden, mi ejercito se lanzo al campo, como fieras tras su presa, ahí estuvo uno de los mas grandes errores que cometí esa tarde. Mi ánimo feraz de victoria fue  trasmitido a mi ejército y prontamente quede sin caballería llevándome apenas unos simples mosqueteros. Las armas del enemigo estaban intactas, mientras que mi honorable caballería yacía sobre el terreno. Al ir enceguecido hacia la victoria perdí gran parte de la batalla.
 
En el cuerpo a cuerpo las bajas de ambos fueron las mismas, pero cada caída de mis hombres era más dolorosa que la de mi rival, por mi falla en el comienzo,  cada minuto pasado se hacía más dramático. Un mínimo error, en un contexto tan crítico como el que vivía mi ejército, podía acabar con la trifulca, pero necesitaba igualmente un instante de sagacidad para poner paridad a la cuestión. Y lo encontré, vaya si lo encontré, ese momento tan ansiado llegó, arremetí con todo el potencial,  en ese hueco que mi rival me había dejado, casi perfecto, casi como si el mismo sabía que lo estaba dejando, y puse la paridad derribando su caballería. Ahí fue donde realmente presentí que algo malo estaba pasando, otra vez mi ceguedad me dejo al descubierto, mi afán por el ataque otra vez fue desmedido, todo lo que pensé que no me tenía que pasar, pasó.

Mi rival se dio cuenta que mis ojos ya no veían, por la necesidad de mi corazón de quedarse con la victoria, y con esa habilidad fue con la que se movió. Con poco importarle su caballería, la arriesgo en un acto de osadía verdadero. Esos actos se deben hacer una sola vez en la batalla, y él lo había hecho, muy cauteloso espero el momento justo. Y así  fue que de tanto hablar de caballería, arremetí  como un caballo, solo mirando el objetivo y sin darme cuenta lo que en realidad pasaba al rededor. Y él con un simple y sigiloso movimiento le dio fin a la batalla, su estrategia no fue dar un gran golpe final, sino que yo mismo me lo diera, me desprotegí de nuevo, y en este ámbito dos errores cuestan demasiado, mas aun este segundo error fue al final, y el final mismo.

 Ahí fue cuando  reflexione: “en cada momento, por mas critico que sea, debemos ser capaces de analizar todas las consecuencias que pueden acarrear nuestros actos”. Y él solo gritó:   “Jaque Mate”.

Autor:   Juan Ignacio Garcia Santangelo

jueves, 28 de abril de 2011

Todas Las Voces, Ojalá.

Es posible que la utilización de un blog sea una manera de que se escuchen otras voces, no solo aquellas que se han escuchado siempre, pero para lograr un objetivo tan grande como este, es necesaria la  conciencia colectiva de hacer uso del medio, de que leamos artículos de "desconocidos", de nada sirve usar un blog para seguir leyendo las voces de siempre.

Propongamos dentro de nuestro interés, leer artículos de toda índole no solo del establishment, si queremos cambiar, empecemos por uno. Quizás uno cree, no poder cambiar nada desde su humilde y pequeño lugar. Pero es la suma de ese uno la que nos puede llevar a un cambio estructural y social mas amplio. No digo que vaya a ser como lo planteo pero si puede ser uno de los tantos motores del cambio.

Por este motivo decidí escribir ésta entrada, para motivar, para llegar, para que todos digamos lo que pensamos sin censura alguna, de ninguna parte. Este es nuestro medio, no el de los "K" ni el de la "Opo", es un medio gris, es el medio por el medio mismo. Es donde estamos, en medio de una batalla de puro establishment, posiblemente te puedas poner de un lado o de otro pero aquí, podes hacer ruido podes ser escuchado y eso es gratificante para cualquiera. Acá tenes lugar para no estar de ningún lado.

Usa tú medio, es tuyo aprovéchalo.

 Juan Ignacio Garcia Santangelo.

Devolución de genilezas

Golpeó la puerta varias veces. Insistió. Detrás se escuchaban voces que simulaban preocupación.
Le abrieron. Braulio no disimuló su rostro acongojado y escrupuloso a la vez, relegado a la deriva que producen los que ignoran.

-          Disculpe señora, ¿no tendría un pedazo de pan para darme?

Austera, la mujer cedió y le dio una bolsa. Lástima y comprensión a veces se confunden, pero alguna cede.
Braulio agradeció con entusiasmo y marchó feliz hacia su rancho de paja y adobe a orillas de La Movediza.
No pasaron dos días que Braulio regresó. Golpeó menos que la última vez y especuló bondad, esperanza.
La mujer entreabrió la puerta de roble macizo y obsequió a Braulio otra bolsa de pan y alimentos.



A estas alturas, la alegría era inmensa, al igual que la incomodidad de la mujer, no por mala sino que a lo mejor la próxima vez no podría satisfacer la próxima solicitud del niño.
Pasaron tres o cuatro días hasta que Braulio retornó al mismo hogar donde parecía cumplir con su apetito y el de sus hermanos.

-Disculpe señora

La mujer intentó primeriarlo:
-          Mirá querido, hoy no tengo nada para darte
Braulio sonrió.
-          Lo imaginé- respondió. Por eso vine a convidarle de lo mío.


Autor: Víctor Torres. 
Juan Ignacio Garcia Santangelo.  Ilustración.