visitas

jueves, 28 de abril de 2011

Devolución de genilezas

Golpeó la puerta varias veces. Insistió. Detrás se escuchaban voces que simulaban preocupación.
Le abrieron. Braulio no disimuló su rostro acongojado y escrupuloso a la vez, relegado a la deriva que producen los que ignoran.

-          Disculpe señora, ¿no tendría un pedazo de pan para darme?

Austera, la mujer cedió y le dio una bolsa. Lástima y comprensión a veces se confunden, pero alguna cede.
Braulio agradeció con entusiasmo y marchó feliz hacia su rancho de paja y adobe a orillas de La Movediza.
No pasaron dos días que Braulio regresó. Golpeó menos que la última vez y especuló bondad, esperanza.
La mujer entreabrió la puerta de roble macizo y obsequió a Braulio otra bolsa de pan y alimentos.



A estas alturas, la alegría era inmensa, al igual que la incomodidad de la mujer, no por mala sino que a lo mejor la próxima vez no podría satisfacer la próxima solicitud del niño.
Pasaron tres o cuatro días hasta que Braulio retornó al mismo hogar donde parecía cumplir con su apetito y el de sus hermanos.

-Disculpe señora

La mujer intentó primeriarlo:
-          Mirá querido, hoy no tengo nada para darte
Braulio sonrió.
-          Lo imaginé- respondió. Por eso vine a convidarle de lo mío.


Autor: Víctor Torres. 
Juan Ignacio Garcia Santangelo.  Ilustración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario